El turismo es una industria que, vista en perspectiva global, se encuentra en
continuo crecimiento desde la década del cincuenta. El Perú no ha sido ajeno a
este fenómeno. Sin embargo, las particularidades del desarrollo de la actividad turística en el Perú son reflejo de las políticas públicas y las diferentes concepciones que han tenido los sucesivos gobiernos acerca del papel del Estado en materia de Turismo. El Turismo es una de las actividades que más creció durante la última década en el Perú, esta industria se presenta como una opción para el desarrollo de las zonas rurales, comunidades campesinas y nativas. El Estado debe actuar en la actividad turística y ello es incuestionable debido a los efectos económicos, sociales, políticos y medioambientales del desarrollo turístico las cuales fundamentan plenamente su intervención. De este modo se espera que el turismo se convierta en la segunda industria más importante del país y logre así consolidarse como eje impulsador de progreso socioeconómico Los años cincuenta marcaron el inicio de un nuevo periodo de industrialización, modernización y urbanización en el país. El crecimiento y consolidación de las clases medias se expresó en una mayor capacidad de gasto en viajes. Asimismo, el Estado continuó realizando obras de infraestructura que ampliaron la red de carreteras y el sistema de transportes. Ello supuso un incremento de las instalaciones necesarias para el desarrollo turístico. La década del sesenta experimentó un crecimiento explosivo del turismo gracias al abaratamiento de los medios de transporte. Esta es la época en que los países en desarrollo ingresan al mapa turístico como receptores de visitantes de EEUU y UE. En consecuencia, el turismo comenzó a ser considerado como una posible “vía de desarrollo”. Durante el primer mandato de Fernando Belaúnde (1963-1968) se diseñaron por primera vez políticas destinadas a incrementar el flujo de turistas. En 1964 se promulga la ley 14947 mediante la cual se crea la Corporación de Turismo del Perú (Cotur-Perú) para promover la restauración del patrimonio monumental. La década del ochenta se caracterizó por la crisis económica, nacional e internacional, Las políticas estatales se concentraron en la labor de promoción y estímulo a la inversión privada a través de incentivos tributarios y financieros al transporte aéreo y a la construcción hotelera. A pesar de esto, el desarrollo del turismo fue nulo. Hacia el final de los años ochenta el flujo de visitantes del exterior era casi inexistente y el turismo interno se redujo drásticamente a causa de los frecuentes toques de queda y las declaraciones de zonas de emergencia. A partir del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) se aplicaron un conjunto de medidas orientadas a estabilizar el país y reformar el patrón de crecimiento de la economía. Para ello, se implementaron herramientas promocionales más variadas y actualizadas, como es el caso de Promperú. Durante ese gobierno y por primera vez, se diseñó el Plan Maestro de Desarrollo Turístico Nacional de la República del Perú, y se planteó el Programa de Desarrollo Integrado del Turismo del Perú, que buscaba mejorar la competitividad de las empresas turísticas, contribuir al incremento y mejoramiento de la oferta turística por medio de la diversificación de los productos turísticos. El gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) continuó con el modelo. En 2002 se creó el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), responsable de impulsar y regular la actividad turística. Las políticas públicas se centraron en promover el “producto Perú”. El turismo interno creció de manera sostenida durante la década. Sin embargo, los flujos fueron pequeños y esto se debio a lo limitado de la infraestructura turística. El segundo gobierno de Alan García (2006-2011) continuó con las políticas diseñadas en el Plan Estratégico Nacional de Turismo 2005-2015. En esos años se vivió una expansión económica que el Perú no veía desde la década del sesenta. No obstante, en el 2008 y el 2009 la actividad turística decreció debido a la recesión económica mundial. En resumen desde la década del noventa existe un planeamiento plenamente articulado para el sector. Los estudios sobre planificación turística sostienen que los destinos cuentan con un máximo número de turistas, tales que puedan recibir turistas sin provocar alteraciones en el medio ambiente y a la sociedad, es por ello que la idea de ‘límite’ adquiere un protagonismo central en el debate sobre sostenibilidad turística. Asimismo, es claro argumentar que el turismo provoca degradación ambiental y afecta negativamente a las poblaciones locales. Por ello, el crecimiento exponencial de la demanda de turistas en destinos que se han desarrollado sin planificación ni regulación va a incrementar inevitablemente la presión y demanda de recursos naturales, deteriorando así el recurso y amenazando su viabilidad. El boom turístico peruano se inició durante los primeros años de la década de 2000, esto sucedió gracias a las estrategias que el sector privado y el sector público implementaron desde 1990 y que tienen como objetivo incrementar los flujos de turistas nacionales y extranjeros. Desde el año 2007, con la obtención de recursos económicos por medio del “impuesto extraordinario para la promoción y desarrollo turístico” creado por la Ley Nº 27889 (Congreso de la República, 2002), promulgada por el ex presidente Alejandro Toledo, PromPerú viene implementando campañas de marketing que promuevan los destinos más importantes del país tanto en mercados extranjeros como nacionales. Asimismo, ha lanzado campañas que intentan crear consciencia sobre la importancia del turismo, buscando motivar a los peruanos a viajar por el país. La puesta en práctica de estas estrategias ha incrementado exponencialmente el número de turistas. Como parte de este plan, PromPerú lanzó en 2009 una campaña publicitaria bajo el nombre ‘Perú, vive la leyenda’ que tenía como objetivo garantizar la sostenibilidad del turismo, haciendo que el Perú se convierta en un destino exclusivo. Además, esta campaña procuró que los turistas piensen en el Perú como la mejor opción para visitar, que vuelvan a visitar el destino y que lo recomienden. Siendo los principales actores sociales encargados de desarrollar la industria, los inversionistas turísticos buscan influenciar fuertemente cuando el Estado diseña sus políticas turísticas. Por medio de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), la élite empresarial viene solicitando desde hace varios años al Estado incrementar su participación en el directorio de PromPerú, el cual decide cómo se utilizarán los fondos acumulados por el mencionado impuesto extraordinario. Este impuesto, mediante el cual cada persona que entra al país por vía aérea desde el extranjero tiene que pagar quince dólares americanos, en marzo de 2011 ya había acumulado alrededor de 45 millones de dólares, monto utilizado por el Fondo para la Promoción y Desarrollo Turístico Nacional. Abordar el tema referido a las competencias del Estado con relación a la actividad turística es un debate complejo. Según Huescar , esta evolución puede establecerse en tres etapas sucesivas: la primera comienza con los inicios del Turismo y finaliza a mitad de los sesenta; durante los siguientes veinte años la segunda; y desde entonces hasta la fecha la tercera. Durante la etapa inicial, el Estado se presenta ejerciendo la función normativa como interventora ,con amplias facultades que se pueden reconocer en las normas, pero de forma indicativa. En la segunda etapa el Estado aparece como promotor. Dado el avance en el desarrollo del Turismo, las empresas públicas y privadas le reclaman normativas que den cuenta de sus problemáticas. La tercera etapa llamada del Estado coordinador, se caracteriza por la trascendencia de los cambios que no se reflejan en la cantidad de normas sino en las modificaciones a las mismas, ya que estas marcan el sentido de las innovaciones. En la actualidad los objetivos del sector turístico se focalizan principalmente en la comercialización más centrada; para conseguir una decisiva ventaja competitiva mediante una combinación de diferenciación del producto, calidad y/o precio, un creciente reconocimiento de la necesidad de un desarrollo turístico sostenible para asegurar la prosperidad a largo plazo y más realizaciones conjuntas entre el sector privado y público. La participación tanto del Estado como del sector privado en la promoción sigue considerándose fundamental porque, es esencial en el mercado turístico. Efectivamente, el destino turístico desborda el ámbito limitado de una empresa. En él participan diversos niveles administrativos públicos (país, región, municipio) conjuntamente con el sector privado. El Estado tiene importantes debilidades en sus políticas turísticas, las cuales dificultan la sostenibilidad socioeconómica y ambiental del turismo en el país. El turismo es aún considerado como una actividad que, para desarrollarse, solo necesita campañas promocionales que publiciten los destinos turísticos. por ello es de suma importancia de cambiar el actual modelo de desarrollo turístico y para ello es necesario cambiar el rol del Estado en la actividad turística. En efecto, la implementación del modelo turístico neoliberal en el Perú reforzó lo que (Ostrom, 1999) denomino como “régimen de acceso abierto” , para referirse a contextos donde los recursos naturales son utilizados sin reglas efectivas que limiten su uso y por consiguiente, están sujetos a degradación ambiental y, a la “tragedia de los bienes turísticos comunes” Por ello, esta nueva aproximación al desarrollo turístico debe poner al Estado como actor principal encargado de desarrollar la industria turística, promoviendo inversiones pero al mismo tiempo controlando la expansión de infraestructura privada en los espacios locales. Se debe dar importancia a campañas promocionales que aseguren el flujo de turistas pero también se debe controlar la demanda a partir de los límites de carga que pueden recibir los destinos locales sin que ocurran impactos socio-ambientales adversos que pongan en riesgo la sostenibilidad de la industria.
De este modo, el Estado debe cumplir activamente un rol controlador de la expansión de la
demanda. de la infraestructura turística y fiscalizar los impactos socio-ambientales en los destinos locales.