de cuentos de la literatura francesa y universal Desde joven perteneció al grupo literario que tenía como centro al reconocido novelista Gustave Flaubert, quien le brindó su formación literaria. En 1880 publicó el cuento considerado uno de los mejores en su género: "Bola de Sebo", incluido en Las veladas de Médan. En los años que siguieron realizó más de doscientos cuentos, entre ellos "Mademoiselle Fifi" de 1882 y "La Parure" en 1884. Sus obras están escritas en un estilo sencillo, en donde se transmite con realismo lo sórdido y cruel de la esencia humana. Esto se refleja tanto en sus relatos como en sus tres colecciones de recuerdos de viajes, y en sus seis novelas, entre ellas se pueden citar: Una vida de 1883; Bel Amí de 1885; Los dos hermanos de 1888; La mano izquierda de 1889 y Nuestro corazón de 1890. “EL COLLAR”, DE MAUPASSANT El tema: Las apariencias engañosas “(…) ¡Pero si el collar que te presté era de piedras falsas! (…)” que llevan al hombre a la perdición “(…) ¿Cuál sería su fortuna si no hubiese perdido el collar? (...) ¡Qué mudanzas singulares ofrece la vida! ¡Qué poco hace falta para perderse o para salvarse! (…)”. Cuento realista Personajes: Personajes (importancia) - Protagonista: Matilde. - Coprotagonista: su esposo el señor Loisel. Personajes secundarios: amiga de Matilde, la señora Juana de Forestier, participantes de la fiesta en el Ministerio de Instrucción Pública, cochero. Personajes (representatividad) Arquetipos de los pobres (Matilde y su esposo) versus los ricos (señora de Forestier, ministros, etcétera). Evolución de los personajes -Matilde (rotundo): del delirio de grandeza “(…) el triunfo de su belleza (…) dicha formada por todos los homenajes que recibía (…)” a la miseria absoluta “(…) Habíase transformado en la mujer fuerte, dura y ruda de las familias pobres (…)”. -Su esposo (rotundo): del entusiasmo “(…) volvió a su casa el marido con expresión triunfante (…)” al agotamiento “(…) regresó por la noche con el rostro demacrado, pálido (…) “ Acción - Conflicto central: la sencillez versus la opulencia. La disconformidad “(…) sólo aquello de lo que carecía le gustaba (…)” - Conflicto específico externo: entre el marido (pobre) y Matilde (delirio de grandeza) “(…) consintió que la casaran con un modesto empleado (…) pensando en la suma que podía pedir sin provocar una negativa rotunda del empleadillo (…)”. Hay también conflicto entre la mujer y su amiga, la señora Forestier “(…) No quería ir a verla con frecuencia, porque sufría más al regresar a su casa (…)” - Conflicto específico interno: deseos de riqueza de Matilde versus su realidad sencilla y modesta. - Clímax: extravío del collar de la señora Forestier. Posterior endeudamiento y caída en desgracia del matrimonio. - Secuencia narrativa: Deseos de riqueza y opulencia de Matilde-Invitación a la fiesta en el Ministerio- Pedido del collar a la señora Forestier- Fiesta en el Ministerio- Pérdida del collar- Búsqueda y compra de uno nuevo- Endeudamiento, miseria y desgracia- Encuentro Matilde y señora Forestier-Revelación. Diseño: Lineal simple. Sucesión cronológica de los hechos. Tiempo: - De la historia: aproximadamente 11 años. - Del relato: Hay prolepsis “(…) Y vivieron así diez años (…)” “(…) Al cabo de una semana (…)” y algunos momentos elididos (por ejemplo, lo que sucedió entre el préstamo del collar y el día de la fiesta). Espacio: - Macrocosmos: alguna ciudad de Francia (posiblemente París) - Microcosmos: casa de Matilde, casa de su amiga, hotel del Ministerio, Campos Elíseos, el Sena, calle de los Mártires…. Grupos humanos: (determinados por niveles socioeconómicos) Los ricos (señora Forestier y los ministros) Los pobres (Matilde y su esposo) Los recursos literarios Título: se refiere al objeto de deseo (collar) que, al ser extraviado, lleva al matrimonio a la miseria y la desgracia. Narrador omnisciente Unidad orgánica entre el tema central (apariencias engañosas que llevan a la perdición), el conflicto central (deseo de vida opulenta, opuesta a la sencillez y la pobreza) y el personaje central (Matilde, mujer humilde con delirios de grandeza). Tono: insatisfacción ante el contraste entre sobriedad y pobreza “(…) la miseria de las paredes, sus estropeadas sillas (…)” y opulencia “(…) finos muebles (…) saloncillos coquetones, perfumados (…)” ESTEREOTIPOS LITERARIOS A lo largo de la historia, se le ha dado un valor a la figura femenina y masculina en la literatura y han asumido ciertos roles o funciones, que – muchas veces – están determinadas por su sexo. En nuestra cultura, la de occidente, se ha asociado siempre la imagen de la mujer y del hombre a ciertos personajes literarios, que han sido conocidos y heredados de la tradición clásica, los que tienen modos de comportamiento que se asocian a un determinado estereotipo a causa del contexto y entorno socio-cultural. Es así que se tiende a relacionar a la mujer con una imagen sensible, mucho más emocional, sobria, recatada, pudorosa; a veces remitida al tema de la reproducción y que debe ser sumisa. En contraste, el rol del hombre se ha fijado a lo racional, frío o insensible, inteligente y creativo, sostenedor, cercano al poder, entre otros. Sin embargo, durante los últimos siglos, más específicamente desde los siglos XIX y XX (con mayor auge en el XXI) esto se ha revertido paulatinamente, ya que la mujer comenzó a tener más y mayor participación social, su rol se torno activo en el sector público y ya no es vista como frágil; asimismo, el hombre ha empezado a expresar más abiertamente sus sentimientos y emociones, liberándose del estigma que debe responder a un canon rudo o frío. A lo largo de la historia de la literatura han existido estereotipos ligados a la imagen masculina, como por ejemplo la figura del conquistador o el héroe acompañado de su fiel mujer, la que espera y obedece lo que designe su esposo; él es activo, batallador y buen padre, ella es buena dueña de casa y cuida a sus hijos, no posee vida ni decisiones propias y está al arbitrio de lo que el hombre desee. Con el paso del tiempo la mujer fue cambiando a una imagen de cortesana, donde tenía una imagen idealizada – por una parte – y una figura cercana a lo grotesco, ejecutaban acciones viciosas; para ellas los hombres eran un objeto de placer y entretención, tal como ellos las utilizaban a ellas. La imagen de mujer idealizada aparece de la mano de la obra Don Juan Tenorio de José Zorrilla, donde esta figura la encarna doña Inés, que es una mujer inmaculada, quien salva a Don Juan del abismo del libertinaje, gracias al profundo amor que siente por él. Por otro lado, en el siglo XV, existe la imagen de la mala mujer, que comienza con La Tragicomedia de Calisto y Melibea, que se hizo famosa con el nombre de La Celestina de Fernando de Rojas. Esta imagen se forjó a partir de una figura de mujer alcahueta, que es una especie de mensajera, pues lleva y trae mensajes de amor entre una pareja y utiliza recursos mágicos para poder enlazarlos; es astuta y sagaz, pero a medida que se desarrolla la trama va cayendo presa de sus propias artimañas, a consecuencia de su falta de ética y moral. La idealización de la imagen femenina continúa en la obra de Miguel de Cervantes y Saavedra: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, donde se hace una exaltación de la figura de Dulcinea, que responde al prototipo de mujer ideal, sublime y frágil. En esta obra se hace más evidente esta idealización, pues Dulcinea se llamaba Aldonza y no correspondía a la imagen expresada, ya que la mujer real era todo lo opuesto: brusca y con mucha fuerza. Cervantes utiliza el componente de la imagen ideal no sólo con Dulcinea, sino también se hace patente este recurso a lo largo de toda la novela. Es así que “confunde” a mujeres vulgares y de vida fácil con doncellas y damas de alta alcurnia. En el tiempo del Realismo, mitad del siglo XIX, se buscó la representación objetiva de la realidad, de lo que sucedía, es por ello que con esta corriente emerge un nuevo tipo de imagen femenina, que fue la mujer anulada y oprimida por la sociedad. Esta mujer se rebela contra lo establecido, cansada de ser incomprendida y utilizada, se deja llevar por sus pasiones e impulsos y rompe con los cánones impuestos por la sociedad tradicional, que tendía a lo puritano. Es así que en este tiempo emerge la figura de la mujer infiel o adúltera, que obedece a sus deseos íntimos por sobre la razón. TIPOS DE PERSONAJES EN LA LITERATURA EL PÍCARO El pícaro es el protagonista de novelas autobiográficas en las que aparece como actor y autor que cuenta su vida. Nace en una familia pobre, tiene que vivir unas experiencias duras, casi siempre desafortunadas, hasta llegar a un final abierto que deja al lector con ganas de saber más de sus aventuras. Se burla de oficios, gentes y formas de ser de aquellos tiempos -siglos XVI y XVII-, y en sus sátiras aparecen personajes muy peculiares: ciegos, clérigos, barberos, hidalgos, estudiantes, ladronzuelos, etc. Podemos leer episodios cómicos y divertidos, pero siempre críticos con la sociedad. El pícaro sufre en sus carnes los errores y las miserias de su época. EL AVARO Un avaro es una persona poco dispuesta a gastar dinero, e incluso renuncia a tener comodidades básicas. En la ficción, la avaricia se suele exagerar hasta el punto de que el avaro es un personaje adinerado y codicioso que vive en la miseria con el fin de ahorrar y tener más dinero. El personaje Ebenezer Scrooge de Dickens es un ejemplo evidente. Una obra de Molière titulada El avaro (L'Avare) narra la historia de un viejo avaro, Harpagon, que quiere a su baúl de monedas más que a nada en el mundo, incluida su familia. Ésta, frustrada por su actitud, decide esconder su baúl. Harpagon estaría entonces dispuesto a cualquier cosa para recuperarlo. EL SEDUCTOR Corresponde al personaje conquistador, lujurioso y de enorme éxito en sus conquistas. Don Juan es también el seductor en esencia pura: romántico, canalla, irresistible. Capaz de cualquier locura por conseguir el favor de una mujer, pero una vez la ha conquistado pierde el interés y centra su atención en otra. Carece de cualquier freno o respeto por cualquier norma, legal o ética. El "burlador" de Sevilla es capaz de seducir a una mujer por pura diversión o por una apuesta. Don Juan fue tratado por Tirso de Molina (EL burlador de Sevilla, en el siglo XVII) y por José Zorrilla (Don Juan Tenorio, en el XIX). LA MADRASTRA La madrastra en el folklore, en los mitos y, por extensión, en la literatura, ha sido siempre vista bajo una luz desfavorable, como agente de agresión e incluso como hechicera experta en venenos. Tan mala era la fama de las madrastras en la antigüedad que en latín, en lenguaje militar, novercae significaba «sitios desfavorables para la colocación del campamento». Madrastras de la mitología clásica como Ino, esposa de Atamante, que quiso eliminar a sus hijastros para favorecer a los suyos.