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AUTORIDAD
La autoridad podría definirse como: “la facultad para tomar decisiones que
produzcan efectos”. Quien toma las decisiones que son obedecidas, aunque quien
las toma no ejerza autoridad
El mando es el ejercicio de la autoridad respecto a cada función determinada; puede
decirse que es “la autoridad puesta en este caso”.
El origen de la autoridad en las empresas esta dado por tres factores:
El convenio
La propiedad de los bienes productivos
El régimen económico-social imperante
TIPOS DE AUTORIDAD
Suelen distinguirse cuatro tipos diversos: los dos primeros de índole jurídica,
forman el poder o la autoridad propiamente dicha; los dos últimos forman mas bien
la autoridad moral que dan el prestigio, los conocimientos, etc., y son
complementos que deben darse en cualquiera de los dos básicos
LA DELEGACION DE AUTORIDAD
Delegar significa según el diccionario Pequeño Larousse: “Transmitir por delegación; delegar en o
a uno su poder; enviar; mandar”, delegar autoridad significa entonces ceder, trasladar o traspasar a
un subordinado, una parte de la autoridad que tiene el dirigente, para que se ocupe de algunas
funciones o tareas de manera expresa.
El jefe, al delegar autoridad, a un subordinado para el cumplimiento de su encomienda, debe
establecer simultáneamente el compromiso que adquiere este último por la autoridad otorgada, lo
que supone la ulterior exigencia de responsabilidad.
Cuando se utiliza correctamente esta técnica, se obtienen resultados muy favorables. Por otra
parte, se incrementa la eficiencia del trabajo del dirigente, ya que su capacidad, tanto física como
intelectual, resulta multiplicada y le permite entonces concentrar la atención en las tareas de
mayor importancia. Así mismo, los resultados de la actividad resultan beneficiados por la
incorporación de más participantes y más iniciativas al proceso de dirección, análisis y ejecución,
así como un mayor grado de especialización del trabajo.
La delegación de autoridad influye positivamente en la motivación de los subordinados, a la vez
que contribuye a desarrollar su sentido de responsabilidad, todo lo cual repercute favorablemente
en la formación de los cuadros al poner de manifiesto cualidades y deficiencias de los
subordinados no advertidos anteriormente.
No obstante, a pesar de todas las ventajas que reporta la delegación de autoridad, muchos
dirigentes prefieren centralizar al máximo las tareas y decisiones, ya sea por falta de confianza en
la capacidad de los subordinados, por intolerancia a los errores, por una sobre valoración de sus
propias posibilidades, o por tratarse de hábitos muy arraigados de los cuales les resulta muy difícil
desprenderse, aunque comprendan su nocividad.
Una práctica bastante extendida entre los jefes, es la de delegar tareas poniendo en primer plano la
disposición del subordinado y no su capacidad. Ambas son importantes, pero es necesario poner
en primer lugar la capacidad del subordinado o colaborador y trabajar con él para motivarlo,
comprometerlo y así elevar su disposición e interés. El no hacer este trabajo nos lleva a las
siguientes interrogantes: 1.-¿Por qué en las empresas hay tantos técnicos de nivel medio y superior
que se resisten a ocupar cargos de dirección? 2.-¿Hemos trabajado con ellos? 3.- ¿Los hemos
motivado adecuadamente?. El que recibe autoridad para la ejecución de cualquier tarea o en
función de un cargo específico, simultáneamente está contrayendo un compromiso de tipo moral
con aquel que otorgó la autoridad. Esto conlleva la necesidad de exigir responsabilidad de acuerdo
a la autoridad conferida. Este hecho implica deberes para las dos partes involucradas en la
delegación: para el subordinado; la obligación de cumplir con la tarea asignada; para el dirigente, la
exigencia de responsabilidad al subordinado. Cuando esta última no se exige, entonces no se
garantiza el cumplimiento de la primera.
Por lo tanto la delegación de autoridad no constituye un mecanismo para "olvidarse" de las tareas,
si no una técnica para poner a todos en función de los resultados que implica, para el dirigente, la
obligación de controlar, adecuadamente, si estos resultados se van alcanzando satisfactoriamente o
no, depurar las responsabilidades que existan y tomar las medidas que aseguren el cumplimiento
de los objetivos trazados. La delegación de autoridad constituye también una vía para la
estimulación. El hombre, como un ser que trabaja y piensa, tiene determinados intereses y
aspiraciones. Para dirigir a los hombres con acierto es necesario estimularlos de manera eficaz. El
dirigente debe reconocer los buenos resultados alcanzados por los subordinados en el desempeño
de sus tareas y criticar de forma constructiva los errores cometidos teniendo presente mostrarles
las causas de sus errores y enseñarles las formas más correctas para la actuación posterior.
ALGUNAS DIRECTRICES PARA DELEGAR