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Carrera Administración de Empresas

Tema:

Integrantes:
 Desimavilla Laura Docente:
 Fierro Néstor Ing. Gabriela Dau Jarama, Mgs.
 Jaramillo Carlos
 Loor Jessica Catedra:
 Real Alfonso Macroeconomía
 Soriano Byron
La crisis financiera en Ecuador de
1999 sucedió durante el gobierno de
Jamil Mahuad y Gustavo Noboa, en
que varios bancos privados de ese país
cerraron o entraron a proceso de
rescate financiero pasando a manos del
Estado ecuatoriano.
En 1998 se establecieron políticas de “salvataje bancario” que permitieron la entrega
de créditos a la banca privada, a través de instituciones públicas. En el Congreso
Nacional, cuya conformada estuvo formada por el Partido Social Cristiano y el
oficialista Democracia Popular, creó leyes e instituciones (como la AGD) para que el
Estado se haga cargo de las deudas de la banca privada.
El lunes 8 de marzo de 1999, los bancos de todo el país no abrieron al público. La gente que
quería retirar o depositar fondos, pedir un préstamo o una garantía no pudo hacerlo. El entonces
superintendente de Bancos, Jorge Egas Peña, anunció que “El feriado bancario es para prevenir
retiros de depósitos, preservar el nivel de la reserva monetaria internacional, limitar la
inestabilidad del mercado cambiario y frenar una aceleración mayor en el incremento de precios”.
El feriado duró cinco días y los bancos volvieron a atender al público el 15 de marzo.
La crisis financiera produjo aproximadamente un 70% del cierre de las
instituciones financieras del país.
El Estado intervino 33 bancos, entre ellos el Popular, La Previsora y
Pacífico, considerados los más grandes. El panorama era poco
alentador: miles de personas reclamaban sus depósitos en medio de
una agitación social.
En 1999 la actividad económica fue -7 o -8% y el sucre perdía su valor
por 195%.
Las pérdidas económicas ascendieron a 8.000 millones de dólares.
El ingreso per cápita del dólar americano había caído por 32% durante
aquel año.
El lunes 22 de marzo, el Banco del
Progreso cerró sus puertas por falta de
liquidez. Los rumores del mal manejo
de ese banco venían meses atrás y era
un eslabón más en el cierre de bancos
fuertes como el de Préstamos,
Filanbanco y La Previsora que habían
quebrado desde agosto de 1998.
El Banco Central, que en teoría debía darle
créditos de
liquidez, no lo hizo porque el Progreso no
presentó las garantías requeridas. Este impacto
derivó en el cierre definitivo de la entidad y en
una marcha en Guayaquil que tuvo tintes
regionales, con el apoyo del entonces alcalde
León Febres Cordero y las principales figuras
de las cámaras empresariales. Fue la marcha
de los crespones negros.
La crisis del Banco del Progreso fue uno de los detonantes
mas graves de la crisis política del gobierno de Mahuad.

El cierre de la entidad dejó sin su dinero a miles de


depositantes, pues era uno de los bancos más grandes
del país, atractivo por sus altas tasas de interés. Para
julio de 1999, el Servicio de Rentas Internas había
dispuesto una orden de arresto contra su presidente
Fernando Aspiazu, por haber retenido los dineros
generados por el impuesto del 1% a la circulación de
capitales y no haberlos entregado al Fisco
Entre agosto de 1998, la cotización del dólar pasó de 4000 sucres a 10 000 en enero de 1999.
En marzo, mes del congelamiento, llegó a 18 000 y bajó nuevamente a 11 000 hasta finales de
año cuando la escalada superó los 15 000 sucres. En enero del 2000, mes de la dolarización, el
cambio quedó en 25 000. En 1998 la inflación anual fue del 36%; en el 99 subió al 56% y en
el 2000 llegó al 97%, ya en plena dolarización. Fue a partir del 2001 que esta cayó
sistemáticamente. En el 2003, la inflación fue 1,95% la primera de un dígito desde 1980.
La crisis nos golpeó a todos, sin embargo, han pasado 12 años y
aún no se ha recuperado todo el dinero ni se ha sancionado a los
responsables. Por eso creamos este espacio, para recordar la
crisis y los efectos sociales del mayor atraco de la historia del
país. Porque la memoria siempre está en disputa, sobre todo
cuando hay poderosos intereses económicos detrás. Así que hay
que recordar, como herramienta para luchar contra la injusticia y
la impunidad.

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