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DOCTRINALES
Desde el inicio, la iglesia había
estado envuelta en controversias
teológicas. El tiempos de Pablo, fue
la cuestión de la relación entre
judíos y gentiles; después apareció
la amenaza del gnosticismo y de
otras doctrinas semejantes.
Cuando los dos bandos en controversia
diferían en cuanto a cuál de ellos
interpretaba el evangelio
correctamente, no era posible acudir a
las autoridades imperiales para
solventar las diferencias. Desde
tiempos de Constantino, el estado
comenzó a utilizar su poder para
aplastar las diferencias de opinión que
surgían dentro de la iglesia.
El peligro estaba en que, en lugar de permitir
que se descubriera la verdad mediante el
debate teológico y la autoridad de las
Escrituras, muchos gobernantes trataron de
simplificar este proceso sencillamente
decidiendo que tal o cual partido estaban
errados, y ordenándole callar. El resultado
fue que en muchos casos los contendientes
en lugar de tratar de convencer a sus
opositores o al resto de la iglesia, trataron de
convencer al emperador.
Todo esto comienza a verse en el
caso de la controversia arriana, que
comenzó como un debate local,
creció hasta convertirse en una
seria disensión en la que
Constantino creyó deber intervenir,
poco después dio en una serie de
intrigas políticas.
Estas controversias doctrinales o
teológicas son:
A) ARRIANISMO
Tomó su nombre de Arrio, nacido en la
segunda mitad del siglo III, en Libia, era un
predicador de Alejandría en el siglo IV. Era
un hombre de edad avanzada, de carácter
serio, agudo en argumentos,
extremadamente auto-negado en su vida.
Las raíces de la controversia arriana
se remontan a tiempos muy
anteriores a Constantino, pues se
encuentran en el modo en que, a
través de la obra de Justino,
Clemente de Alejandría, Orígenes y
otros, la iglesia entendía la
naturaleza de Dios.
Este conflicto entre las Escrituras y la
filosofía en lo que se refiere a la doctrina
de Dios, se resolvió de dos modos:
• Uno de ellos fue la interpretación
alegórica de las Escrituras, afirmando
que no debía interpretarse literalmente,
sino alegóricamente. Así por ejemplo, si
las Escrituras se refieren a Dios
hablando, esto no ha de entenderse
literalmente, puesto que un ser
inmutable no habla.
• El segundo modo era la doctrina del
Logos o Verbo, según la desarrollaban
Justino, Clemente, Orígenes y otros.
Dios tiene un Verbo, Palabra, Logos o
Razón que sí es personal, y que se
relaciona directamente con el mundo
y con los seres humanos. Por esa
razón, Justino dice que cuando Dios le
habló a Moisés, quien habló no fue el
Padre, sino el Verbo.
¿Cuándo y dónde se dio esta
controversia?
La controversia surgió en la ciudad de
Alejandría, cuando Licinio gobernaba
todavía en el este y Constantino en el
oeste. Todo comenzó en una serie de
desacuerdos teológicos entre
Alejandro, obispo de Alejandría y
Arrio.
Aunque los puntos que se debatían eran
diversos y sutiles, toda la controversia
puede resumirse a la cuestión de si el
Verbo era coeterno con el Padre o no.