BANCARIZACIÓN Y ALFABETIZACIÓN DIGITAL. Hay brechas en la identidad legal, y un incipiente avance en identidad digital.
Poder identificarse ante la institución pública que presta el servicio que
uno busca es una condición necesaria para el acceso, en todos los canales de atención. si bien 11 países de la región tienen una tasa de su registro por debajo del promedio de la OCDE, siete ostentan tasas de entre el 10% y el 20%, y uno se encuentra por encima del 30% (Guatemala). Identificarse en línea tiene una serie de retos únicos para el mundo digital, además de depender enteramente del sistema de identidad legal tradicional. Por un lado, es necesario que se establezcan procesos simultáneos de verificación y autenticación de la identidad de la persona que está realizando la transacción. Por otro lado, se debe contar con adecuados niveles de control y privacidad sobre el uso de la información. La identidad digital puede facilitar el acceso a trámites digitales al eliminar la necesidad de que las personas presenten pruebas de identidad de forma física. La conectividad sigue siendo parcial, pero es mejor en teléfonos móviles
Poder conectarse a Internet es otra condición para el uso de servicios
digitales. Poder hacerlo a través de una conexión de alta velocidad suele ser una condición para que la página del trámite funcione exitosamente (por ejemplo, que no se quede trabada mientras está cargando o enviando un formulario). El gráfico muestra que, mientras que en la OCDE el 77% de la población está cubierta por redes de banda ancha móvil, el promedio en ALC es del 59%. En cuanto a suscripciones fijas de banda ancha, la OCDE tiene un promedio del 29% de la población; ALC, el 11%. El gráfico muestra, además, la gran brecha entre conectividad móvil y fija: en promedio, en la región hay una diferencia de 48 puntos porcentuales entre la conectividad móvil y fija, y este patrón se replica en todos los países. Una explicación de la falta de conectividad es el costo. En algunos lugares de ALC, es extremadamente caro adquirir una suscripción de banda ancha fija básica o banda ancha móvil básica. El crecimiento de la conectividad móvil señala una importante tarea para maximizar el alcance de los trámites digitales: optimizarlos para su uso en el celular. Muchas personas no tienen las habilidades necesarias para hacer trámites en línea, y los gobiernos lo saben.
La alfabetización digital entendida como la competencia básica para el uso
de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) particularmente relacionada con el manejo de una computadora y la navegación de Internet. es un aspecto clave para el uso de trámites digitales: si los ciudadanos no tienen las competencias suficientes para usar una computadora (o un smartphone), navegar por Internet y llenar los formularios necesarios para los trámites Las estadísticas del uso de Internet para tres actividades diferentes –redes sociales, comercio y trámites– sugieren que existe gran capacidad para actividades sencillas como las relacionadas con las redes sociales, pero mucho menos para actividades como comercio y trámites. El gráfico mapea los niveles de uso de trámites digitales, comercio electrónico y conectividad, comparando a los países de ALC con dos referentes mundiales en temas digitales: España y Reino Unido. Con esto, se demuestra claramente que todo el ecosistema digital de ALC está aún subdesarrollado. Programas de gobierno de alfabetización y capacitación digital
Ante los desafíos de la alfabetización digital, y la importancia de poder
navegar en Internet para una multiplicidad de fines educativos, laborales y sociales, la mayoría de los gobiernos de la región ha creado programas para capacitar a los ciudadanos o para el uso general de computadoras y de Internet. Muchas personas no tienen cómo pagar en línea Algunos trámites requieren pagos (por ejemplo, para sacar un duplicado del documento de identidad); por lo tanto, para hacer trámites que demandan abonar en línea, es imprescindible que el ciudadano tenga un método de pago digital. Los promedios de ALC quedan en fuerte contraste con la OCDE, donde el 82% del 60% más rico y el 70% del 40% más pobre tiene una tarjeta de débito, y el 61% del 60% más rico y el 43% del 40% más pobre tiene una tarjeta de crédito.