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De igual importancia que el
esfuerzo público es la obra
de casa en casa en los
hogares de la gente. . .
(Evangelismo, 315)
Un ministro puede gozarse en sermonear;
porque es la parte placentera del trabajo y es
comparativamente fácil; pero ningún ministro
debe ser aquilatado por su habilidad como
predicador. La parte más dura viene después
que deja el púlpito, al regar la semilla sembrada.
El interés despertado debe ser cultivado por un
esfuerzo personal: visitando, realizando estudios
bíblicos, enseñando cómo investigar las
Escrituras, orando con las familias y personas
interesadas…(Testimonies, tomo 5, pág. 255.).
Nuestro trabajo está incompleto si nosotros no educamos a otros
para ser obreros juntamente con Dios, visitando y orando con las
familias, mostrando al mundo lo que Jesús ha hecho por nosotros. La
Palabra de Dios declara, “la religión pura y sin mácula delante de
Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo”. Estas
palabras son dichas a cada seguidor de Cristo. No solamente el
ministro, sino cada alma conectada con él, ha de trabajar en su viña.
The Signs of the Times, 27 de diciembre de 1899. – {MPa 258.2}
La obra de Dios en esta tierra no podrá nunca terminarse antes
que los hombres y mujeres abarcados por el total de miembros
de nuestra iglesia se unan a la obra, y aúnen sus esfuerzos con
los de los pastores y dirigentes de las iglesias. ... Es el
entrenamiento, la educación, que se está necesitando. Aquellos
que trabajan visitando las iglesias deberán darle a los
hermanos y hermanas instrucciones en cuanto a métodos
prácticos para hacer obra misionera.—Testimonies for the
Church 9:117. – {MPa 259.2}
Las mujeres que estén dispuestas a consagrar parte de su
tiempo al servicio del Señor deben ser nombradas para visitar
a los enfermos, cuidar de los jóvenes, y ministrar a los pobres
en sus necesidades. Deben ser apartadas para este trabajo
mediante la oración y la imposición de manos. En algunos
casos necesitarán buscar el consejo de los oficiales de la
iglesia o los ministros; pero si son mujeres devotas, que
mantienen una conexión vital con Dios, serán un poder para el
bien en la iglesia. Esta es otra manera de fortalecer y edificar a
la iglesia.