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Tema 1

El mundo que no se ve
Dentro y fuera
Cuando conocemos a la persona la vemos por
fuera.
Lo primero que captamos es su cuerpo pero
cuando nos queremos ver a nosotros
mismos, necesitamos el espejo.
Lo primero que vemos de nosotros mismos
es el mundo de nuestros sentimientos.
Nosotros nos vemos desde dentro y a los
demás los vemos desde fuera.
En todas las personas hay un dentro y
un fuera. El fuera es nuestro cuerpo.
Lo que realmente somos es lo que
tenemos desde dentro.
Para conocer de verdad a las personas
necesitamos conocer su interior
“dentro” y “fuera” de las personas no son mundos
aislados sino que están conectados porque las
personas somos una unidad. Nuestro rostro y
nuestra mirada manifiestan lo que llevamos dentro.
Aunque somos una unidad podemos vivir más desde
dentro o más desde fuera. Una persona que vive
más desde fuera está preocupada por su apariencia
externa, por su cuerpo, por su éxito social. Una
persona que vive desde dentro desea conocerse a
sí misma.
Interioridad y exterioridad son dos dimensiones
de la persona que necesitan ser equilibradas.
La interioridad

La interioridad es ese lugar íntimo de la


persona en el que sabemos que estamos con
nosotros mismos, con lo que sentimos, con
lo que de verdad somos y queremos, lejos
de la presión de todo lo exterior.
Con el interior dialogamos y de esas
vivencias interiores, surgen decisiones para
la vida.
En nuestro mundo interior
encontramos:
El mundo de nuestros afectos.
El mundo de nuestros valores e ideales
El mundo de la Espiritualidad.
Un diálogo interior con nosotros mismos.
La interioridad la tenemos todos.
El camino hacia el interior requiere
salir de la superficialidad y crear
espacios de silencio.
La realidad que se ve y la que no se ve.

El pensamiento científico se basa en lo que


se puede medir y comprobar con los
sentidos, es demostrable. La ciencia se
ocupa de la realidad que se ve y se toca.
Se puede caer en el peligro de que solo
existe lo que es demostrable.
Hay elementos de la vida que, aunque no se
ven, existen: el miedo, el cariño, …
A la realidad que no se ve se llama
realidad espiritual: en ella
encontramos elementos intangibles e
invisibles, pero son reales para las
personas porque influyen en sus vidas.
Esta realidad espiritual se vive con la
interioridad.
Muchos hombres y mujeres se preguntan
dónde está Dios. Es una pregunta que no
tiene respuesta. Es como si al que siente
amor, se le pregunta dónde está ese amor.
Dios es una realidad que no se ve; es una
realidad espiritual que se vive en la
interioridad.
Esta presencia, es consecuencia de
experiencias vividas: alguien que nos habló
de él, las oraciones y celebraciones, etc.
Jesús y la interioridad

En el evangelio, son muchos los relatos


donde Jesús nos dice que vivió desde
el interior. Para ello crea ambientes
de silencio retirándose del ajetreo de
su vida.
Al principio del evangelio, se nos narra
cómo Jesús vivió 40 días en el
desierto.
Jesús dice qué elemento
es el más importante de su interioridad:
sentirse amado profundamente por el
Padre. Desde ese amor que le llena, hace
girar toda su vida y su misión en el mundo.
Jesús busca el silencio para hacerse más
consciente de ese amor de Dios en su vida y
para escucharse a sí mismo.
Jesús predicaba lo que él mismo vivía. Por
eso pone mucha insistencia en que el
auténtico ser de las personas es el interior,
no las apariencias ni las posesiones.
Lo explica en el Sermón de la Montaña
(capítulo 5-7 de san Mateo).
Jesús utiliza mucho la palabra corazón para
describir la interioridad. Es en el corazón
donde podemos vivir esa presencia de Dios
en nosotros.
Espiritualidad
Mercedaria, nace de
Cristo Redentor, que
quiere vivir como
nuestro hermano
ofreciendo su
Misericordia a todo
aquel que sufre, bajo el
amparo de nuestra
Madre María de la
Merced.
Ponemos en práctica la Espiritualidad
Mercedaria cuando:
• Descubrimos a Cristo en los oprimidos
y cautivos de nuestro tiempo
• Asumimos el compromiso de la Caridad
• Ponemos nuestra propia vida al
Servicio de los que más necesitan.

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