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AVANCE DE

PROYECTO
Capítulo uno: Filosofía de la narración en Jorge Luis
Borges
■ El objetivo de este primer capítulo es el de plantear que la literatura es otro camino
fidedigno de hacer filosofía. En el presente trabajo busco establecer el método
intertextual como método de análisis filosófico. Apoyándome en la teoría de Mijaíl
Bajtín sobre el Dialogismo.
■ Este trabajo se concentrará en los ensayos y cuentos del autor argentino: Jorge Luis
Borges. El trabajo se enfocará en estos dos modelos de escritura, pues, es donde
considero que el escritor manifiesta el carácter de palimpsesto filosófico en su escritura.

■ considero que la literatura debe expresar un objeto de conocimiento que la filosofía no
puede mostrar. Dicha relación, filosofía y literatura, es una relación ontológica; en otras
palabras, ambas realizan la pregunta: ¿qué es lo que se debe de conocer?
■ Por lo que las preguntas de investigación que buscamos responder a lo largo del texto son
las siguientes:
■ ¿Es acaso la literatura filosofía?
■ ¿Qué entendemos ahora por filosofía?
■ ¿La literatura puede contribuir a la filosofía?
■ ¿Cuál es el método de la literatura para dar a conocer su contenido filosófico?
■ ¿La literatura produce un tipo de conocimiento al que no podríamos acceder por otro
camino?
■ ¿la filosofía surge en el mythos o en el lógos?
■ Ahora bien, se elige la prosa de Borges y no su poesía por un factor fundamental: para
entender el Dialogismo de Bajtín debemos recordar que existe una diferencia entre el género
poético y la prosa. Y es que el primero no utiliza la dialogización natural de la palabra; es
decir, en la poesía, la palabra es autosuficiente y su estilo se encuentra aislado de la
interacción de la palabra ajena y de cualquier preocupación por el diálogo entre
pensamientos, por tanto, carece de la sensación de marginación, historicidad y determinación
consustancial a la del escrito en prosa. Por lo que se mencionará a la poesía borgeana, y otros
textos, solamente en medida en que ayuden a esclarecer la relación entre filosofía y literatura
a lo largo del capítulo.

■ Bajtín denomina relaciones dialógicas (fenómeno del discurso ajeno, precursor de lo que
luego se llamaría “intertextualidad”, un enunciado “se apropia” de otro enunciado). El género
dialógico por excelencia es la novela.
■ Bajtín cree que lo individual y lo social son simultáneos, no opuestos, y, por tanto, presentan
una estructura dialógica: al hablar, coexisten lo personal y lo colectivo, de forma que la
función comunicativa de la lengua no puede analizarse solo desde el punto de vista del
hablante: es en la interacción con el receptor donde tiene lugar la significación: “Toda palabra
expresa a “una persona” en relación con “la otra”.
■ En dicho diálogo creo necesario analizar la forma en la que Jorge Luis Borges concebía el
mito y el lógos. En el capítulo se busca realizar dicha aclaración, puesto que a lo largo de
la historia se ha establecido, como regla, que la filosofía surge mediante la transición que
existe del Mythos al Lógos; no obstante, esto tiene como consecuencia que se tenga una
visión equivoca sobre el Mythos, es decir, que sea inferior al Lógos.
■ Entonces, ¿la filosofía surge en el Mythos o en el Lógos? La academia no duda en afirmar
que la filosofía surge en el transcurso que hubo del Mythos al Lógos, a lo que Borges
responde de una manera contundente ante tales posturas. El escritor argentino en uno de
sus cuentos más sobresalientes, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, menciona que en el mundo
de Tlön: “la metafísica es una rama de la literatura fantástica” (1974, p. 436). Lo que
evidenciaría la manera en la que Borges entiende el Mythos y el Lógos: no son conceptos
que se contrapongan y mucho menos que se nieguen entre sí.
■ Del mismo modo en su ensayo “Notas. H.G. Wells y las parábolas: The Croquet player.
Star Begotten” se lamenta de tal distinción entre filosofía y literatura: “La tradicional
exclusión de Schopenhauer y de Fritz Mauthner me indigna, pero no me sorprende ya:
el horror de la palabra filosofía impide que los críticos reconozcan, en el Woerterbuch
de uno y en los Parerga und Paralipomena de otro, los más inagotables y agradables
libros de ensayos de la literatura alemana” (1974a, p. 279).
■ La academia no duda en afirmar que la filosofía surge en el transcurso que hubo del
mythos al lógos. Dicha transición, en el imaginario colectivo, se estima que sucedió
dentro de la cultura griega, incluso, la palabra misma, “Filosofía”, es de origen griego.
■ Este inicio es ya problemático, pues, es una visión que excluye a todas aquellas
tradiciones filosóficas que no se asemejen al canon occidental y esto conlleva que dejen
fuera a distintas sociedades y visiones en el mundo.
La formulación de discursos categoriales filosóficos es un desarrollo de la racionalidad
humana, que no invalida todas las narrativas míticas […] La filosofía moderna europea
confundió el dominio económico-político de su cultura y la crisis derivada de las otras
filosofías regionales, con una eurocéntrica pretensión de universalidad que debe
cuestionarse. (Dussel, 2010, p. 119).
Ahora bien, en la literatura de Borges se encuentran distintos núcleos problemáticos
universales, es decir, problemas filosóficos que no están planteados a manera de tratado
filosófico, sino, mediante una narración de carácter mítico. Enrique Dussel define estos
núcleos problemáticos universales como el conjunto de preguntas fundamentales que se ha
hecho la humanidad al llegar a una madurez racional.
■ Así, pues, busco sostener la tesis de que la filosofía ha sido el medio por el cual la humanidad ha
manifestado sus preocupaciones y problemas universales, elemento que se encuentra en todas las culturas.
Por consiguiente, quiero sustentar la idea de que esas respuestas filosóficas, que se dan a dichos núcleos
problemáticos universales que existen en la humanidad, esas respuestas racionales también pueden ser
expresadas en narraciones de carácter míticas.
■ Porque dichas narraciones míticas responden a los núcleos problemáticos universales de toda la humanidad.
hacer preguntas entorno a algunos núcleos problemáticos tales como: ¿qué son y cómo se comportan las
cosas reales en su totalidad, desde los fenómenos astronómicos hasta la simple caída de una piedra o la
producción artificial del fuego?, ¿en qué consiste el misterio de su propia subjetividad, el yo, la interioridad
humana?, ¿cómo puede interpretarse el fundamento último de todo lo real, del universo? — […] El
contenido y modo de responder a estos núcleos problemáticos desatan, lanzan y disparan desarrollos muy
diversos de narrativas racionales, si por racionales se entiende el simple dar razones o fundamento, que
intentan interpretar o explicar los fenómenos, es decir, lo que aparece en el nivel de cada uno de esos
núcleos problemáticos.
■ Ahora bien, me gustaría aclarar lo siguiente sobre la traducción: Y hay que comenzar por
corregir en su base misma la idea de lo que puede y debe ser una traducción. ¿Se entiende
ésta como una manipulación mágica en virtud de la cual la obra escrita en un idioma surge
súbitamente en otro? Entonces estamos perdidos. Porque esa transustanciación es
imposible. La traducción no es un doble del texto original; no es, no debe querer ser la
obra misma con léxico distinto. Yo diría: la traducción ni siquiera pertenece al mismo
género literario que lo traducido. Convendría recalcar esto y afirmar que la traducción es
un género literario aparte, distinto de los demás, con sus normas y finalidades propias. Por
la sencilla razón de que la traducción no es la obra, sino un camino hacia la obra. Si ésta es
una obra poética, la traducción no lo es, sino más bien un aparato, un artificio técnico que
nos acerca a aquélla sin pretender jamás repetirla o sustituir-la. Por lo tanto, tan importante
como el original. (Ortega y Gaset, Miseria y Esplendor de la Traducción, p. 40).
■ El concepto de mythos, en el imaginario colectivo, suele entenderse como “ficción”
cuyo tiempo tiende a remitirse a un pasado mítico y pre-racional. En este sentido es lo
contrario al modelo occidental de la racionalidad y para entender esto debemos
remontarnos desde el origen etimológico de la palabra misma.
■ Así, es de suma importancia resaltar esto, pues, en el significado etimológico de los
conceptos (mythos y lógos) no existe una naturaleza de oposición; es decir, el mythos
viene a significar “narración” y por su parte lógos significa “discurso”.
■ El mythos pertenece “al orden del legein, como indican los compuestos mytholegein,
mythologia (Vernant , 2003, p.171).
■ la palabra mythos se encuentra “sin etimología clara, puesto que no aparece ningún
término de la misma raíz en otras lenguas indoeuropeas, la palabra se va definiendo en
la literatura griega” (2004, p. 15).
■ Dicha literatura griega la podemos pensar desde la Odisea de Homero cuando en el
canto número doce y verso 450 donde se utiliza el verbo μυθολογεύω (mythologevo) a
lo que comúnmente suele traducirse como “contar” o “relatar” :
■ τί τοι τάδε μυθολογεύω 450
■ ¿a qué contar esto? (Homero, XII, 450, p. 299).

■ Además, la academia también ha olvidado lo que en la Metafísica Aristóteles rescata:


“el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el
que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos
maravillosos)” (1998, I, 2, 982b, p. 14-15).
■ Además, debe agregarse que dicha palabra a lo largo de la escritura de Homero en gran
parte del texto la acompaña de otros verbos que se relacionan con el campo semántico
de “discurso”: “En un gran número de casos aparece junto al verbo ἀκούω o en estrecha
relación con la forma ἔειπεν del verbo λέγω (“decir”, “hablar”), reforzando el sentido al
que habíamos apuntado: mythos y lógos no son opuestos” (Castro Rodríguez, 2016, pp.
19-20).
■ Es decir, en otras palabras, el significado del griego mythos no se opone ni contrasta, en
principio, con el lógos: “término de valores semánticos vecinos que se refieren a las
diversas formas de lo que es dicho” (Vernant, 2003, p. 171).
■ De esta manera podemos entender que el mito, la ficción, la poesía, la literatura o
cualquier otra narrativa de carácter simbólico no son, entonces, irracionalidades y, sobre
todo, que se refieran a mentiras alegóricas o que valgan menos por su carácter
metafórico. Incluso:
■ son enunciados simbólicos, y por ello de doble sentido, que exigen para su comprensión
todo un proceso hermenéutico que descubre las razones, en este sentido son racionales,
y contienen significados universales (en cuanto se refieren a situaciones repetibles en
todas las circunstancias) y construidos con base en conceptos (categorizaciones
cerebrales de mapas cerebrales que incluyen a millones de grupos neuronales, por las
que se unifican en su significado múltiples fenómenos empíricos y singulares que
enfrenta el ser humano (Dussel, 2010, p. 122).
■ Las narraciones de carácter mítico, tales como, los mitos de la creación o historias que
narran el desarrollo de un pueblo son la semilla que dio paso a la creación de lo que hoy
entendemos como literatura: “porque en el principio de la literatura está el mito, y
asimismo en el fin” (Borges, 1974a, p. 799). Así, pues, al considerar que en el mythos
existe un saber filosófico expresado mediante una verdad poética y que a su vez es
traducida en imágenes; entonces, la literatura al tener una estrecha relación con el
mythos, concluyo que en la literatura hay un saber filosófico.

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