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LAS VIRTUDES

INTRODUCCIÓN: LOS HÁBITOS


PUNTO DE PARTIDA
El hombre posee potencias o facultades que le permite realizar ciertas
cosas (Potencias Activas) y a partir de ellas puede “operar de
determinadas maneras”.

Para entender lo anterior hay que recurrir a las nociones de Potencia (la
posibilidad de ser) y Acto (consiste en serlo).

Potencia y Acto se relacionan a la noción de NATURALEZA ( aquello que


hace que un ser sea eso y no otra cosa, facultándolo para hacer
ciertas cosas y otras no).

De lo anterior surge la idea de FIN o META a alcanzar, que significará


actualizar (poner en acto) las potencialidades contenidas en su misma
naturaleza. Al llegar al FIN la naturaleza estará siendo aprovechada al
máximo.
EL HOMBRE POSEE MUCHAS POTENCIAS O FACULTADES
- Estas le permiten realizar un sinnúmero de actividades en su vida. Cada
obrar está determinado por su objeto (por aquello sobre lo cual recae).
- Dichas potencialidades que se manifiestan en actos particulares, emanan
de la misma persona (del mismo “yo”), pero sin confundirse con él, ello
porque cada una es un ACCIDENTE del SUJETO.
- Accidente es aquello que accede a otra cosa; existe en y por otro, no en sí
mismo. Se opone a la noción de Sustancia que es aquello que
permanece, gracias a lo cual, el ser es eso y no otra cosas.
- Los accidentes pueden darse o no en una determinada substancia; en
cambio, la substancia permanece siempre.

Así entonces, poseemos un número más o menos considerable de


accidentes (facultades) que se dan en nosotros; los ejercitemos o no,
seguiremos siendo esencialmente los mismos, porque nuestra
“substancia: el hecho de ser hombres” nunca dejará de ser lo que es.
LOS HÁBITOS: ESTABILIDAD DE LAS FACULTADES
- Las facultades o potencias pueden adquirir cierta
estabilidad una vez que hemos puesto los medios para
desarrollarlas.
- De esta manera, una potencia o facultad, mediante el
ejercicio de la misma, irá adquiriendo cierta estabilidad en
el sujeto, que le permitirá realizarla cada vez con menos
dificultad, de manera más fácil. P. ej.: facultad para
lavarse los dientes.
- Una vez que la potencia se ha estabilizado y al sujeto no le
resulta trabajoso o requiere de un esfuerzo muy reducido
en comparación al que necesitaba en un principio, se
habla de HÁBITO.
- HÁBITO es definido como una cierta cualidad estable de
las potencias o facultades que las dispone para actuar
fácil, pronta y deleitablemente.
HÁBITO NO ES LO MISMO QUE UNA COSTUMBRE

La costumbre conlleva cierta “inercia mental”, un “no


pensar” en lo que se hace, por el grado de mecanización
alcanzado gracias a la repetición constante.
En cambio, el hábito necesariamente conlleva una actividad
no sólo consciente, sino que también deliberada del
agente.

Un hábito se adquiere prioritariamente por la “repetición


del actos, por operaciones semejantes” más que por
un mero saber intelectual (puedo tener perfecta
conciencia de algo y, pese a ello, no realizarlo).
Diferencia Hábito y Costumbre

hábito Costumbre
• El hábito necesariamente conlleva • La costumbre conlleva cierta inercia
una actividad no sólo consciente, sino mental, un “no pensar” en lo que se
que también deliberada del agente. hace, por el grado de mecanización
alcanzado gracias a la repetición
constante.
IMPORTANCIA DE LA REPETICIÓN DE ACTOS EN LA
FORMACIÓN DE LOS HÁBITOS

Recalcar que un hábito se adquiere prioritariamente por la


repetición de actos, por operaciones semejantes más
que por un mero saber intelectual.

Es el ejercicio tenaz el que hace surgir un hábito, no


obstante que a la vez se lo exprese y explique
mentalmente de manera teórica. Por eso el mero “saber”
no basta para configurar un hábito; antes bien, puedo
tener perfecta conciencia de algo y, pese a ello, no
realizarlo. Por lo mismo, un hábito, al ser una
disposición estable adquirida, fruto del esfuerzo,
resultará muy difícil de remover (para terminar con él,
no basta con sólo quererlo, sino que mediante la
oposición de otro hábito que lo contrarreste).
Ejemplo clásico:
Los hábitos pueden ser buenos o malos,
llamándose en el primer caso, Virtudes, y
en el segundo, Vicios.
LAS VIRTUDES

La virtud consiste en un “hábito operativo bueno”.

Las virtudes admiten CLASIFICACIÓN, así hablamos de:

- Virtudes Intelectuales,
- Virtudes Morales
CLASIFICACIÓN DE LAS VIRTUDES

Si se relacionan al entendimiento:
Intelectuales
a. Especulativo: inteligencia, la ciencia y la sabiduría.
b. Práctico: La prudencia y el arte

Van encaminadas al buen obrar, es decir, a llevar una


Morales vida moral o buena, que nos ayude a tratar a las
personas y a las cosas correctamente (están
vinculadas más directamente con la Voluntad).

- Nos referimos a las virtudes llamadas «Humanas»,


sean intelectuales o morales, para distinguirlas de las
«Teologales», infundidas por la Gracia: Fe, Esperanza
y Caridad.
LAS VIRTUDES MORALES
Las virtudes morales se relacionan más directamente con la
voluntad, porque si bien presuponen la razón, la voluntad ha
permitido actuar al sujeto, poniendo de esta forma en
movimiento su libertad.
Por eso la voluntad se define como la tendencia hacia un bien
-o fin- concebido por la inteligencia.
Por eso la virtud moral puede ser definida como “la inclinación
habitual al acto humano moralmente bueno” , o “disposición
habitual a hacer el bien”.
Por estar dentro de las virtudes morales -y por tanto, debido a
su estrecho vínculo con la voluntad-, más que el elemento
intelectual -aun cuando es imprescindible- se requiere de actos
concretos repetidos y constantes que desarrollen una facultad
operativa y la transformen en un hábito, que por ser bueno, se
llamará virtud.
LA VIRTUD IMPLICA CIERTA PERFECCIÓN

Si bien la persona posee varias operaciones que puede


ir desarrollando a lo largo de su vida, no basta con el
“mero hacer” una cierta actividad; antes bien, a medida
que el sujeto va realizando más actos de la misma
especie, además de ir resultándole más fácil llevarlos a
cabo, irá adquiriendo una mayor perfección en su
realización.

Así por ejemplo: si bien es factible aprender ajedrez


(saber como mover las piezas y los objetivos del juego);
resulta claro que hay una distancia considerable en la
manera de jugar entre un principiante y un profesional.
VIRTUD COMO PUNTO MEDIO
La virtud constituye un punto medio entre dos
extremos: el exceso y el defecto.

Un sujeto puede tener diferentes formas de comportarse


ante un mismo hecho, pero que en ciertos casos le
faltará algo para hacerlo adecuadamente y, por el
contrario, en otros habrá sobrepasado la medida.

Por ejemplo: la valentía está en medio de dos defectos


que se relacionan con ella (la cobardía y la temeridad).
VALENTIA

COBARDIA TEMERIDAD
LA VIRTUD COMO EXTREMO
A la vez que la virtud es un punto medio, resulta ser
también un extremo, ello porque si bien se encuentra
equidistante del exceso y del defecto, “es la mejor actitud
que puede adoptar el sujeto”, que supera a las demás -es
decir, el exceso y el defecto- y por lo mismo, es extrema
por su valía; es lo mejor que podía hacer el sujeto;
entonces, “extremo” se refiere al grado de perfección.
La virtud apunta no sólo al hecho de realizar algo, sino
que a hacerlo no sólo bien, sino que muy bien.
Por eso ARISTÓTELES señala que la virtud “es una cierta
perfección, pues cada cosa alcanza su virtud propia;
entonces se dice que es perfecta, pues es entonces
cuando mejor existe con su naturaleza”.
ANÁLISIS DICHOS DE ARISTÓTELES
¿Por qué él señala que la virtud es cuando el ser “mejor
existe con su naturaleza”?
RESPUESTA: Esto se relaciona con los conceptos de ACTO y
POTENCIA, entendidos como perfección e imperfección
respectivamente. Luego, cuando hablamos de virtud hablamos de
superación del sujeto (de paso de lo imperfecto a lo perfecto), un
mejoramiento de sí mismo, pues resulta evidente que al comparar a un
virtuoso con alguien que no lo es, se aprecia una mayor perfección del
primero; así no basta con saber “hacer” algo, sino que para ser
virtuoso, se debe “hacerlo bien” .
La virtud será lo máximo a que podrá aspirar el sujeto, que será
diferente en cada caso según la potencia o facultad de que se trate.
Sto. Tomás de Aquino, sostenía que “se llama virtud a una cierta
perfección de la potencia. Ahora bien, principalmente la perfección se
reconoce en orden a un fin, Pero el fin de la potencia es su acto. Por
eso la potencia es perfecta cuando está determinada por su acto”.
Igual razón llevó a Aristóteles a definirla como la
“excelencia o perfección respecto de la función propia ”.

Vemos que de esta manera que cada función o facultad


del hombre es un campo para ser virtuoso, lo que se
conseguirá con hábitos consolidados. Sin embargo, al
existir una multitud de funciones o facultades (Ergon
según Aristóteles) y siendo factible perfeccionar cada una
hasta alcanzar la virtud, ¿podrá pensarse que el hombre
en su conjunto (en su ser) es capaz de ir
perfeccionándose a sí mismo? ¿Existe alguna función
propia (o Ergon) del ser humano exclusivamente suya
que pueda ser mejorada? ¿Es posible encontrar de esta
manera un “hombre virtuoso”?
Nótese bien que no nos estamos refiriendo a que sea
“virtuoso” para tal o cual actividad; aludimos a un grado de
perfeccionamiento general del individuo, que objetivamente
lo haga ser un sujeto poco común.
El filósofo griego contesta afirmativamente y ese es el modelo
que propone para el ser humano: UN HOMBRE VIRTUOSO,
que por lo mismo habrá alcanzado la perfección; de esta
manera será cuando “mejor exista con su naturaleza”.
¿Cuál será esa “función propia” del ser humano que lo hace
ser tal y por lo mismo, lo diferencia del resto de la realidad?
R: La respuesta se encuentra dada por ciertas
tendencias o inclinaciones que existen en el hombre
emanadas de lo más profundo de su ser; tan
profundamente, que por brotar de su propia naturaleza,
ha sido llamada Ley Natural
Recapitulando:

1º Existencia de una facultad que puede o no ser


desarrollada. (potencia) P. ej. Tendencia a la valentía.
2º Al tener la potencia -y al estar ésta en miras al acto-, le
es posible al sujeto alcanzar dicha perfección. (acto)
Valentía.
3º Su naturaleza lo faculta para ello.
4º Se desprende que precisamente su fin es alcanzar su
plenitud, su perfección, ser más auténticamente. Por ej.
Hombre Valiente.
Conclusión
Siendo el Fin aquello hacia lo que debemos tender
para ser más auténticamente hombres, requerimos
de ética: al poseer libertad, o lo que es lo mismo, al
no estar regidos por la necesariedad, no cualquier
uso de nuestra libertad dará lo mismo, precisamente
porque no todo empleo de ella nos acerca a nuestro
fin, a nuestra perfección;

Aquello que nos orientará en ese camino es la ética,


que a su vez, emanará de lo más íntimo de nuestro
ser, es decir de la Ley Natural.
Las Virtudes Cardinales
Hay virtudes fundamentales, llamadas
por lo mismo, Cardinales -del griego
“cardo”, que significa gozne o quicio-
porque “sostienen” a las restantes,
siendo los cimientos de las demás
virtudes. Son cuatro: Prudencia,
Justicia, Fortaleza y Templanza.
para obtener un hombre virtuoso, deben
encontrarse desarrolladas todas en
proporciones más o menos análogas; y
a la vez, para conseguir cada una de
ellas, es necesario que las otras tres se
encuentren más o menos cercanas.
Improbable:
Que alguien sea extremadamente justo y al
mismo tiempo, débil, destemplado e
imprudente y lo mismo puede decirse con las
restantes.
¿Por qué? Porque el hombre es una unidad; a
pesar de estar constituido de partes
distinguibles -no separables-, lo que realice en
un ámbito repercute en los restantes, porque
no puede “parcelar” su actividad como si se
tratara de compartimientos estancos.
Por razones de espacio, sólo veremos la
Prudencia y Justicia.

Antes de encargarnos de la Prudencia,


es necesario revisar la distinción entre la
Razón Especulativa y la Razón Práctica.
Razón Especulativa y Razón Practica
La razón especulativa o teórica
Es aquella parte del entendimiento que mira a la
sola consideración de la verdad, centrándose
por ello en el ser, respondiendo a la pregunta
“qué es”.

Pero el hombre no se limita solo a conocer. Si


posee la capacidad de acceder a la realidad, es
necesario que esté capacitado para actuar y para
saber cómo actuar.
Es la razón práctica, dirigida al obrar, en
que se busca responder a la pregunta “qué
debo hacer”.

Es la poiesis (creación), el arte de la recta


razón al obrar, una praxis, dentro de la cual
existe la Moral, el Derecho y la Política.
Trata en consecuencia de conocer la regla
de aplicación o norma y de aplicarla.
La Prudencia
La Prudencia -del griego Phronesis- es la
primera y más importante virtud cardinal
puesto que las restantes dependen de
ella.
Es la capacidad de ver las cosas correctamente,
apreciar la realidad en su adecuada dimensión;
conlleva el recto juzgamiento de las circunstancias
del caso, para saber qué hacer, aplicando la norma
general que regula la materia a ese caso en
particular.

O dicho de otra manera, dispone a la razón práctica


para discernir en toda circunstancia nuestro
verdadero bien y elegir los medios más rectos para
hacerlo. Por eso, un filosofo contemporáneo, Josef
Pieper, la ha llamado también «Objetividad».
De la prudencia dependerá la forma en que
actuaremos en cada caso. Ahora bien, ¿qué
pauta ocuparemos que nos señale en qué
dirección hacerlo?

R: dado que no cualquier obrar del sujeto será


indiferente, o lo que es lo mismo, no todo uso de
la libertad es igualmente aceptable, será la Ética
la encargada de darnos dicha pauta.
La ética o ley natural, que se descubre observando
atentamente al ser humano y que para su mejor
comprensión se expresa en normas, es por lo
mismo, un precepto general.

Por lo mismo solo nos proporcionará una guía


básica, que dista mucho de dar la solución
específica para un caso determinado del actuar
humano.

lo mismo puede decirse con respecto a una norma


jurídica o de una decisión política.
¿Qué hacer?
La solución viene dada por la virtud de la
prudencia: gracias a ella se podrá aplicar a
ese caso concreto aquella norma general
que resume un precepto ético -o jurídico-,
teniendo en cuenta los fines que se
pretenden conseguir y los medios con los
que se cuenta.

P. Ej. El Juez.
Prudencia y Deducción.
la prudencia no es deductiva.

la deducción conlleva la idea de sacar


conclusiones lógicas de un principio, pasando
de lo general a lo particular.

Lo anterior puede expresarse diciendo que ante


tal evento, con tales circunstancias, la
consecuencia lógica será previsible por ser
precisamente, lógica, evidente; y de su
resultado puede anticiparse un nuevo desenlace
por el mismo motivo.
Por ejemplo
el anterior esquema es aplicable en los
campos de la necesariedad, es decir,
donde ante tal causa se dará tal efecto y no
otro.

Ahora bien, cuando nos referimos al actuar


del hombre, nos encontramos en un terreno
completamente distinto, cual es el de la
libertad.
La libertad acarrea cierta
indeterminación, porque
se da la originalidad; las
cosas pueden ser de una
u otra manera, pues nos
encontramos en el
terreno de lo
contingente, es decir, de
aquello que puede tener
una multitud de
variantes.
A lo sumo puede pronosticarse de forma
aproximada un posible comportamiento,
pero a ciencia cierta, no lo sabremos con
seguridad hasta que haya efectivamente
ocurrido.

Por lo anterior, un sistema deductivo, que


pretenda anticipar con precisión matemático-
geométrica el futuro, no es aplicable al
hombre, precisamente porque es libre, no
determinado. Por eso decimos que la
prudencia no es deductiva.
A decir verdad, lo cierto es que nunca nos
encontramos con dos hechos
exactamente iguales.

Por lo mismo no existe un patrón universal


de conducta, como un “comodín
universal”.
Sin embargo, lo que en cierta manera “incomoda”
al hablar de la prudencia, es que existe cierta
indeterminación en la solución por la que se optará;
es decir, no hay manera de prever exactamente
qué hacer, lo que para nuestra actual manera de
pensar, resulta molesto.

Influencia de la Ilustración, vocera de la corriente


racionalista. Aplicación del método científico.
En el ámbito de lo práctico -es decir, del actuar libre y
por tanto, contingente del ser humano-, dicho método no
sirve.

¿Por qué? Porque somos libres, no determinados, no


nos rige la necesariedad.

Ante tal circunstancia, no existe una “fórmula mágica”


que nos diga en todos y cada uno de los casos cuál será
la conducta exacta que surgirá de ella. Si no fuera así, la
libertad seria un mito.
La Justicia
como virtud es definida como “el hábito
según el cual uno, en constante y
perpetua voluntad, da a cada cual
su derecho”, o

“el hábito consistente en la


constante y perpetua voluntad de
dar a cada uno lo que le pertenece”
–Ulpiano–.
Tomás de Aquino dice que es “la virtud
permanente y constante de la
voluntad que ordena al hombre
en las cosas relacionadas al otro
a darle lo que le corresponde.”
Todas las virtudes morales aspiran a un
doble perfeccionamiento: subjetivo y
objetivo; esto es, tienden a perfeccionar
al hombre –sujeto– y sus acciones –
objeto– .

En todo esto la justicia es igual a las


demás virtudes. Pero ella tiene también
una posibilidad que es exclusivamente
suya: la de poder obtener la perfección
objetiva sin la subjetiva.
Las demás virtudes – fortaleza, templanza y
prudencia –, se refieren directa y
esencialmente al agente, sobre su intención,
ya que su deseo es perfeccionar al hombre
en aras a su fin, lo que no obsta a que se
manifieste en actos externos.
el fin de la justicia es adecuar los actos –
externos– con algo extrínseco al sujeto, el
otro, “lo suyo”, cabe que se cumpla sin la
virtud interior, con la cual ya no hace
mejor al que actúa pues se ve su
contenido en sentido objetivo.
Por tanto, es divisible en interior y exterior, por lo que
puede decirse que hay dos formas de cumplirla:

1.Con ánimo justo, en que existe una total perfección,


ya que hay concordancia entre lo interno y lo externo y
en que existe realmente virtud; aquí se hace bueno al
hombre mismo. (VIRTUD)

2. Sin ánimo justo, o con ánimo hostil, en el que la


acción externa es solamente eso, puesto que no lleva
aparejado el ánimo recto ni la virtud, consiguiéndose una
menor perfección. Aquí solo el acto es bueno;(ORDEN)

Por ello, y desde otro ángulo, se ve el segundo caso como


orden y el primero como orden y virtud.
Santo Tomas distingue:
Justicia Legal o General (las relaciones
de los individuos para con el todo social)

Justicia Distributiva. (que regula la


relación de la comunidad para con sus
miembros.)

Justicia Conmutativa (que regula la


relación entre los individuos)
Justicia Legal o General
General: por abrazar a todas las demás virtudes, orientadas
al bien común, valiéndose de ellas; y
Legal: Sus exigencias son conocidas e impuestas por la ley.

Exige el cumplimiento de las leyes y versa sobre lo que el


individuo debe a la comunidad.
Los particulares deben adaptar su comportamiento a dicho
requerimiento, siempre que se derive de la ley natural.

Esta justicia es determinada por los gobernantes,


guardadores del bien común y por lo mismo, servidores de la
comunidad. Siendo ellos los sujetos activos, indirectamente
beneficia a todos ya que su fin es el bien común.
Justicia distributiva
En que a la inversa de la justicia legal, son los individuos, los
miembros los sujetos activos.

Es la sociedad la que distribuye entre sus miembros lo


que les debe en razón de un principio igualador.

Igualdad no implica dar a todos lo mismo, pues entra a jugar


el mérito de cada uno en relación a los demás.

De ahí es que exista una distribución proporcional, en que


también se ven las necesidades de cada uno, siendo su
objeto, los bienes y cargas que se asignan a cada
individuo.

Si bien las cargas podrían corresponder a la justicia legal, se


ven dentro de la distributiva por el hecho de que entra a jugar
la proporción y no “en serie”, como en la legal. Por último,
pese a ir al bien de cada uno, indirectamente se contribuye al
bien común.
Justicia conmutativa
Se da entre particulares, siendo su fundamento
también la dignidad de la persona y el respeto
mutuo que de ello se deriva.

Rige en este campo la reciprocidad, es decir,


los derechos son equivalentes a los deberes ,
llegando a la igualdad, pero no por el mérito,
sino que tomando en cuenta exclusivamente el
objeto, lo dado; se ve la igualdad de cosa a
cosa sin importar las partes, viniendo de ahí su
equivalencia objetiva.
Se divide a su vez en:

a) justicia voluntaria, es decir el campo de los


acuerdos, convenciones y contratos entre
particulares, primando su voluntad de hacerlo o
no; y

b) justicia involuntaria, en que se desea


restablecer la igualdad debida en virtud de una
reparación, obligando a hacerlo al sujeto pasivo
en caso necesario, por la fuerza.

Diremos por último que la justicia distributiva y


conmutativa están dentro de la justicia particular,
en contraposición a la justicia general o legal.
Fortaleza
es la virtud moral que asegura en las
dificultades, la firmeza y constancia en
la búsqueda y práctica del bien; es la
aptitud de superar los obstáculos, de obrar pese
a las dificultades.
Templanza
es la virtud moral que modera la atracción de
los placeres sensibles o deseos y procura un
equilibrio en el uso de los bienes.

De esta manera, asegura el dominio de la voluntad


sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites
de la honestidad.

No anula, sino que orienta y regula los apetitos sensibles


y la manera de satisfacerlos -así por ejemplo, no
suprime el deseo de comer, pero regula cómo y en qué
cantidades hacerlo-, de modo que no sobrepasen los
límites de la razón.

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