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ARQUITECTURA DEL SIGLO XX

ARQUITECTURA DEL SIGLO XX

Puede afirmarse que las nuevas concepciones


arquitectónicas fueron impulsadas
simultáneamente desde Europa y los Estados
Unidos de América con ciertos matices
diferenciadores, el más destacado de los
cuales fue la creación, en el caso americano,
de los rascacielos, modelo edilicio ya
anunciado por la Escuela de Chicago.

La aparición de estos altos edificios vino


potenciada por la especulación del suelo
urbano, fue posible gracias a la utilización de
estructuras de acero y actuó como símbolo de
pujanza y de poder de la potente sociedad
americana y de sus empresas multinacionales.
ARQUITECTURA DEL SIGLO XX

La idea de arquitectura moderna que surge


a lo largo de la primera mitad del siglo, es,
en cierto modo, el fruto de la oposición
entre lo estético y lo útil.

En este sentido cabe señalar que para la


arquitectura americana resultó más sencillo
optar por lo útil, al no contar con el peso de
la tradición constructiva de la vieja Europa.

El gran desarrollo del capitalismo sufrido


por los Estados Unidos y el profundo
sentido de lo práctico y lo rentable que éste
conlleva, fue también determinante para
esa inclinación a lo útil.
EL MOVIMIENTO MODERNO

En los orígenes del modernismo estaba la obra


del prerrafaelista inglés William Morris (1834-
1896) que, con sus trabajos en el campo del
diseño, preparó el terreno e incluso anticipó
una estética que los modernistas retomarían
para dar forma a un estilo constructivo,
decorativo y de diseño a gran escala que se
manifestó en casi toda Europa,
EL MOVIMIENTO MODERNO

El modernismo no se manifestó de igual modo


en todos los países y cabe hacer una distinción
primordial entre el estilo ondulante y un estilo
geométrico que predominó en las primeras
manifestaciones influenciadas por el atractivo
de la arquitectura del hierro se comenzó a
modelar este material con formas ondulantes.

Esas formas de apariencia vegetal, en las que


sinuosos tallos se entremezclan o se adaptan a
la estructura arquitectónica, fueron como un
auténtico sello para el movimiento modernista.
EL MOVIMIENTO MODERNO

En Francia, estuvo representado por Hector


Guimard que diseñó las entradas al metro
parisino, partiendo de las formas ondulantes,
generó todo un mundo de fantásticos vegetales
de hierro y cristal, en los que el estilo pareció
entrar en una fase barroquizante.

En España, Gaudí estaba desarrollando su


personalísima obra marcada por la influencia
del neogótico y se vio favorecido por las
avanzadas posturas estéticas de la floreciente
burguesía catalana de principios de siglo, que
encontró una fórmula de progresismo que
miraba hacia Europa y que la distinguía del
resto del país.
EL MOVIMIENTO MODERNO

En Gran Bretaña, se manifestó con la variante


lineal y geométrica en la que se conjuga la
tradición constructiva escocesa con soluciones
arquitectónicas notablemente modernas. Se
caracteriza por su constante asimetría, por el
dominio de la línea recta y de los valores
volumétricos y por la sorprendente articulación
que tienen todos sus elementos.

En Alemania, desarrolló una gran labor técnica


se centró en el empleo de nuevos materiales y,
con frecuencia, conjugó en sus edificios las
formas geométricas con motivos decorativos
próximos al modernismo ondulante, supone un
anuncio de lo que habría de ser la futura
arquitectura europea.
EL FUNCIONALISMO

Algunos arquitectos se sintieron más


interesados por lo funcional que por lo
ornamental buscaron obtener resultados
expresivos a partir de los nuevos materiales de
construcción.

Así en Francia Toni Garnier se ocupó de los


posibles diseños de las ciudades industriales,
mientras que Auguste Perret trabajó con
cemento armado y realizó para un garaje
parisino una de las primeras fachadas
acristaladas de la arquitectura del siglo XX.

En Alemania hay que destacar la figura de


Peter Behrens en la que ya son los materiales
los que determinan las formas de la
construcción.
LA BAUHAUS

En 1919, y siguiendo la tradición de


escuelas de artes y oficios existente en
Alemania, Walter Gropius fundó la
Bauhaus (casa de la construcción) con
el deseo de unir las enseñanzas de arte
y arquitectura.

Esta famosa escuela, que tuvo su


primera sede en Weimar hasta 1924,
fue determinante para la evolución de
la arquitectura moderna.
LA BAUHAUS
Gropius tuvo el gran acierto de reunir en la
Bauhaus a grandes pintores, como Vassily
Kandinsky o Paul Klee con los más avanzados
arquitectos de su tiempo y de crear en su escuela el
ambiente de libertad que la arquitectura y el diseño
precisaban para consolidar nuevas formas y nuevos
planteamientos teóricos. Todo ello quedó plasmado
en el revolucionario plan de estudios de la
Bauhaus.

Establecía una fuerte vinculación entre el aspecto


artesanal y el creativo. Así, la disposición de
talleres a cargo de maestros artesanos y de
maestros de configuración, dio a los alumnos la
posibilidad de entender cuanto habían de diseñar
como algo que debía cumplir una función y que al
tiempo podía cumplir una función y que al tiempo
podía resultar armónico.
LA BAUHAUS

Los estudios, en la Bauhaus, se iniciaban con un curso


preparatorio de seis meses de duración, que servía para
poner a los alumnos en contacto con todo tipo de
elementos formales, materiales y técnicas. Después,
cada estudiante elegía taller y allí permanecía tres años,
pudiendo con posterioridad prolongar los estudios hasta
lograr el título de maestro de la Bauhaus, equivalente al
de arquitecto.

El diseño fue un capítulo importante de la escuela lo


que reforzó la tendencia al funcionalismo. Los
proyectos se realizaban artesanalmente, pero se hacía
conocer a los alumnos el proceso de producción
industrial que debía seguirse para cada objeto diseñado.
LA BAUHAUS

Desde el punto de vista arquitectónico, la obra de los tres directores de la Bauhaus


fue definitiva para la consolidación del racionalismo funcional. Sus principales
preocupaciones se orientaron hacia aspectos tales como: distribución de los
espacios, módulos prefabricados, urbanismo racional, viviendas sociales,
abaratamiento de los costos, control de calidad y, por encima de todo ello, el
carácter funcional como definidor de la forma.
Con estos criterios, Gropius realizó la Sede de la Bauhaus en Dessau, que fue la
plasmación de todo su ideario. Algo similar significó para van der Rohe la
construcción, en 1929, del Pabellón de Barcelona para la Exposición
Internacional de ese mismo año. La modernidad de estos edificios resulta hoy casi
sorprendente, tanto como el hecho de que algunos de los diseños de la Bauhaus
sigan estando vigentes y en uso. Gropius, Van der Rohe y la Bauhaus recogieron
las influencias de los grupos y personalidades más avanzadas de su tiempo, como
fueron el grupo De Stijl o el arquitecto suizo Le Corbusier.
EL ORGANICISMO

Frank Lloyd Wright se alejaba de la


construcción de rascacielos para centrarse en el
trabajo de diseño de un tipo de viviendas
unifamiliares, cuyos resultados, tanto teóricos
como estéticos, tendrían una gran trascendencia
para la arquitectura posterior.

La obra construida debía integrarse en el


paisaje y dar satisfacción a quienes iban a
ocuparla o utilizarla. Para ello no entendió la
arquitectura como algo que se admiraba desde
fuera, sino como un conjunto que se desarrolla
desde dentro hacia el exterior con el que debe
de fundirse para formar un todo orgánico.
EL ORGANICISMO

Surge así en Wright la idea de planta libre, que


crece desde el interior y, buscando las raíces de
su pueblo, toma como centro, desde el que se
expande la construcción, la chimenea de la sala
de estar principal. Su deseo de integrarse en el
paisaje le llevó al predominio de las formas
horizontales que parecían encajar mejor con las
llanas praderas de su tierra, el Medio Oeste.

Esa misma idea integradora y buscadora de la


tradición le hizo construir grandes porches,
prolongados aleros o terrazas que hacen que la
vivienda se prolongue en busca de la naturaleza
exterior.
EL POSTMODERNISMO

En los años cincuenta se siguen dos líneas diferentes:

EL ESTILO INTERNACIONAL, heredero del racionalismo funcional, con


personalidades como Gropius, divulgando sus ideas a través de sus obras y la
docencia en Estados Unidos, Van der Rohe levantando rascacielos en Chicago o el
Le Corbusier del bloque de viviendas de la Unité d^Habitation de Marsella.

EL ESTILO ORGÁNICO de Wright, de Alvar Aalto o del mismo Le Corbusier de


la iglesia de Ronchamp.
EL POSTMODERNISMO
Estas dos líneas marcaban el inicio de una etapa diferente en la que la arquitectura ya
no se mueve tan sólo por los principios funcionales, sino que considera la tradición
popular, desea entender el diseño como arte, se siente atraída por la novedosa y potente
tecnología o juega, una vez más, con las utopías destinadas al futuro. Y todo ello en un
marco mucho más universal que el que en la primera mitad del siglo se había limitado a
Europa y Estados Unidos.

Los años sesenta ofrecen ya un panorama bien distinto, con la incorporación al mundo
desarrollado, a efectos de arquitectura, de numerosos países o al menos de sus grandes
ciudades, con un panorama de necesidades bien diferente por el desmesurado e
imparable aumento de automóviles y de tamaño.

En este ambiente las tendencias se multiplican, mientras los nuevos materiales


sintéticos o prefabricados abren nuevos caminos y en la década de los años setenta hace
su aparición una última corriente, el Posmodernismo, que con una intención renovadora
mira de nuevo hacia la tradición clásica y sobre el cual todo intento de valoración es,
por ahora, precipitado.

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